Nos detenemos en el reloj.
- se ha velado tu sombra por el abuso de mis ojos-
consolamos la intimidad con besos rancios
- los muslos corroídos por un deseo putrefacto.-
Nos vemos desnudos columpiándonos en el espejo
nos vemos (mortales al fin)
y descubrimos
que desprendemos polvo al movernos
(cascajos grises resbalando desde nuestro centro)
restos de ambrosias pasadas,
hostias de nuestra secta muerta.
Nos engullimos.
El hastío nos sepulta a pinceladas,
somos un cuadro color sepia en la pared de la nostalgia
orquídeas salvajes pendiendo de un tronco viejo
sobre la hoguera del instante.
Nos soltamos
pero nos rechaza su fuego
y reposamos empolvándonos de tiempo
sobre la madera apolillada
de la sala de espera
de la exculpación.
Aline S. Ruiz